viernes, abril 15, 2005

Anormalidades



















Primer ejemplo


Abres los ojos sin conciencia, sin forma definida, claro, no definida, porque te has convertido en una esencia difuminada en un todo, una nada sin nombre, un pedazo intangible de existencia. Tal vez la autenticidad se manifiesta justamente en su propia ausencia, tal vez se define de esa manera, sin definición, lo contrario, como todo lenguaje, como toda estructura. Pretendes ser algo, entrar en una casilla, como si fueras una pieza de juguete, “colócame aquí y completa la carita”, “eso”, “ya está, la carita, el rompecabezas, completito, no has perdido ni una sola pieza, buen niño.” Entonces juegas a ponerte nombre, pronombre, prenombre y todos aquellos útiles inventos lingüísticos, enemigos de todo tipo de caos, ya sea el olvido, la fantasía o la confusión; no olvidemos la imaginación, la libertad, los sueños y todo tipo de actividad que implique formas comunicativas deformes, o sea paradojas, anormalidades.

Y asoma la palabrita. “Anormalidades”, término tan apropiado, tan identificable, sobre todo cuando escuchas a la mente amenazadora que jura poder guardar todo lo que encuentra bajo candado, distinto candado por grupo, eso sí, pero candado al fin. La mente inquisidora, se manifiesta y pregunta: “¿Qué eres?”. Los normales responden uno por uno: economista, abogado, médico, administrador, ingeniero electrónico, amade casa, ama de llaves, herbólogo, veterinario, y un sinfin de palabritas disparadas a lo alto, con volumen, con prosa, con la misma convicción que utiliza el gallo para gritar que ya es de día: “¡Quiquiriquiiiiiiiii!”, “Yo estoy aquíiiiiiiiii¨” y expresiones afines. Pero aparece el anormal en el pajar, la aguja, si se quiere, o el alacrán, depende. La pregunta le resuena en el consciente (que en este caso puede ser lo mismo que el inconsciente, dado el individuo). No responde, no entiende. “¡Cómo que qué soy! ¡No me vé! Camino en dos patas, no tengo plumas y hablo. Un ser humano - Homo Sapiens - según la clasificación taxonómica, claro.” Ahora, el que no entiende es el verdugo: “Eso ya sé, ¡pendejo! Me refiero a qué eres. ¡Qué! ¡Qué profesión tienes, pedazo de anormal!” Se equivoca, claro, porque no es pedazo, está completo, como el rompecabezas.

3 Comentarios:

A la/s 04 mayo, 2005 18:48, Anonymous Anónimo dijo...

y que tal si quiero ser un anormal con una máscara de normalidad ¿puedo?, es decir, yo seguí una carrera, como se supone que tenía que ser y tengo unas letras estúpidas frente a mi nombre y un pedazo de papel en mi pared, pero no tengo alma de borrego, ¿puedo ser libre en mi interior aunque por fuera sea un maldito ser normal?

 
A la/s 04 mayo, 2005 21:57, Blogger Zar Casmito dijo...

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A la/s 04 mayo, 2005 22:03, Blogger Zar Casmito dijo...

Ayyy qué huevada!! Aplasto un puerco botón y se borra todo. En todo caso repito para el querido mono:
Todos sufrimos y disfrutamos las dualidades, trailidades, idades muchas idades!!!! Justamente del choque de las idades vino el texto.

 

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